El euro digital: ¿avance tecnológico o instrumento de control?

La transformación digital ha llegado al corazón del sistema monetario europeo. El Banco Central Europeo (BCE) avanza en el desarrollo del euro digital, una forma de dinero electrónico emitida directamente por el propio banco central. La propuesta, aún en fase de diseño, podría transformar la forma en que ciudadanos, empresas y Estados interactúan con el dinero.
El proyecto plantea preguntas esenciales: ¿qué beneficios aportará? ¿Qué riesgos conlleva? ¿Estarán más controladas nuestras finanzas personales?
¿Qué es exactamente el euro digital?
El euro digital sería una moneda digital de banco central (CBDC): dinero electrónico emitido por el BCE, con el mismo valor que el efectivo. Estaría disponible para todos los ciudadanos de la zona euro, y se usaría a través de dispositivos móviles o tarjetas, de forma similar a las aplicaciones de pago actuales.
Fabio Panetta, actual gobernador del Banco de Italia y exmiembro del Comité Ejecutivo del BCE, ha sido una de las voces más visibles del proyecto. En una comparecencia ante el Parlamento Europeo, explicó:
“El euro digital no pretende reemplazar al efectivo, sino complementarlo. Su objetivo es ofrecer una forma segura, accesible y eficiente de dinero para los pagos cotidianos.”
¿Por qué se impulsa?
Los motivos son múltiples:
- Adaptación al entorno digital: cada vez más pagos se realizan electrónicamente, y Europa no quiere depender de sistemas gestionados por grandes tecnológicas o plataformas extranjeras.
- Soberanía monetaria: la irrupción de criptomonedas privadas y monedas digitales de potencias extranjeras, como el yuan digital, ha motivado una respuesta europea.
- Inclusión financiera: se quiere garantizar el acceso al dinero digital incluso para quienes no tienen cuenta bancaria o viven en zonas poco conectadas.
Según Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea:
“El euro digital será un pilar de nuestra soberanía digital. Pero debe basarse en nuestros valores: la privacidad, la protección del consumidor y la inclusión.”
¿Qué consecuencias puede tener?
En términos macroeconómicos, el euro digital podría reforzar el papel del euro como moneda de referencia global. Permitirá pagos transfronterizos más rápidos, seguros y baratos, lo que beneficiaría tanto al comercio como a los ciudadanos europeos en el exterior.
Pero también existen riesgos. Uno de los más señalados por economistas y expertos financieros es su impacto en los bancos comerciales. Si los ciudadanos pueden guardar su dinero directamente en el BCE mediante euros digitales, podrían retirar fondos de sus cuentas tradicionales, debilitando a los bancos.
Ignacio Sánchez-Crespo, profesor de Economía Financiera en la Universidad de Cantabria, advierte:
“El BCE tendrá que limitar la cantidad de euros digitales que puede tener cada ciudadano. Si no, corremos el riesgo de una fuga de depósitos bancarios en tiempos de incertidumbre.”
¿Estaremos más controlados?
Esta es una de las cuestiones que más debate genera. A diferencia del efectivo, el euro digital dejaría un registro digital de cada transacción, lo que ha despertado inquietud entre asociaciones de consumidores y defensores de la privacidad.
Desde el BCE aseguran que no tendrán acceso a los datos personales de los usuarios. La presidenta del banco, Christine Lagarde, subrayó:
“Ni el BCE ni los bancos centrales nacionales tendrán acceso a datos personales. No es nuestro negocio controlar lo que la gente hace con su dinero.”
Sin embargo, la protección de la privacidad dependerá del diseño final del sistema. Algunos expertos piden garantizar el anonimato en transacciones de bajo valor, mientras que otras, de mayor importe, serían trazables para prevenir el blanqueo de capitales.
El abogado y experto en protección de datos Borja Adsuara señala:
“El gran reto del euro digital será equilibrar la trazabilidad necesaria para la seguridad y el derecho fundamental a la privacidad.”
¿Habrá que pagar por su uso?
Según las propuestas actuales, el euro digital será gratuito para los ciudadanos. El BCE ha reiterado que su uso será similar al del efectivo: sin comisiones, sin costes por pagos o transferencias entre particulares.
Eso sí, los intermediarios financieros podrían ofrecer servicios adicionales de pago asociados, con coste para comercios o desarrolladores de aplicaciones. Es un aspecto aún en discusión.
Conclusión: una decisión que afectará a todos
El euro digital está cada vez más cerca de convertirse en realidad, pero su diseño final aún está en discusión. Se espera que, tras el periodo de preparación que finalizará en 2025, la Comisión Europea y el BCE tomen una decisión definitiva sobre su implementación.
Lo que está en juego va más allá de la tecnología. Como resume el economista francés Jean-Michel Godeffroy, exdirectivo del BCE:
“El euro digital no es solo una herramienta de pago. Es una decisión sobre el tipo de sociedad que queremos: más segura, más eficiente… ¿o más vigilada?”