Irati Bilbao, protagonista hoy en nuestro Rincón de Artistas

 Irati Bilbao, protagonista hoy en nuestro Rincón de Artistas

Irati Bilbao llega a Santander con Bloom, su proyecto más íntimo y lleno de energía

Será el próximo día 23 en la sala Rubicón, Calle del Sol, nº4 de Santander

16.04.2025

Irati Bilbao Gandarias (Durango, 28 de enero de 1992) es una vocalista con una sólida formación musical y una trayectoria en constante evolución. Inició su andadura en la música a una edad temprana, estudiando flauta travesera en la escuela Bartolomé Ertzilla, y a los 17 años comenzó a desarrollar su faceta como cantante.

Es graduada superior en Canto Jazz por MUSIKENE, donde completó su formación en 2020 bajo la dirección de la reconocida vocalista Deborah J. Carter. Desde entonces, ha trabajado como cantante profesional, participando en diversos proyectos musicales como Reunión Big Band, Manixa Jazz Choir, Bilbao Lindy Band, Jazzbana Ensemble o Sarrabete, entre otros.

Con dos discos publicados bajo su nombre, *Begin* (Errabal Jazz, 2020) y *Bloom* (Errabal Jazz, 2024), Irati Bilbao ha consolidado una propuesta personal dentro del panorama del jazz contemporáneo. Su talento ha sido reconocido en certámenes como el II Concurso de Canciones Feministas de Durango, que ganó en 2019 con el tema «Hopefully My Prince Won’t Come», y el concurso de bandas del festival Deba Jazzez Blai, donde obtuvo el primer premio en 2020, coincidiendo con el lanzamiento de su primer álbum.

El título del disco, Bloom, remite a la idea de florecer. ¿Qué representa este concepto en tu trayectoria y en tu momento vital?

La idea nació del momento vital y profesional que estaba atravesando tras la pandemia. Sentí que mi vida profesional y musical se paraba, como la de todo el mundo que trabajamos en cultura. Acababa de sacar mi primer disco en 2020 y nada más sacarlo las dificultades para sacar el proyecto adelante con mis músicos eran muy pocas… y perdí la ilusión. Pero tras darme un tiempo de duelo nuevas canciones empezaron a surgir y mi ilusión volvió, y de ahí nació la canción que da título al disco y el título del disco.

Este segundo álbum muestra un equilibrio entre estándares clásicos y composiciones originales. ¿Cómo planteaste esa convivencia entre tradición y creación propia?

Estos estilos representan mi personalidad y mis intereses musicales. A mí me encanta cantar temas clásicos, la verdad, me gusta mucho interpretar y aportar mi visión de esas grandes canciones, es muy divertido y creo que en ningún arte hay que olvidar las raíces. Sin embargo, también me interesan las corrientes más contemporáneas del jazz, la música está viva y el lenguaje más moderno te permite expresar cosas de otra forma. Creo que es posible que todo conviva, mis dos discos creo que son prueba de ello, y además convierte los conciertos en variados, personales y divertidos.

El scat y la improvisación vocal son señas de identidad en tu estilo. ¿Qué significa para ti improvisar y cómo trabajas ese aspecto de tu voz?

La importancia de la improvisación es la característica principal del jazz, y no concibo esta música sin ese elemento. Hay muchas maneras de improvisar, pero el scat es la técnica que creo que nos acerca de manera más pura al resto de instrumentistas. De repente no hay melodía, no hay letra y no hay barreras a la imaginación y la creatividad. Creo que es importante reivindicarlo, aunque también supone un reto y se asume un riesgo en cada concierto. Requiere estudiar bien las armonías, afinar mucho el oído, trabajar la articulación y el lenguaje del jazz… pero me siento orgullosa de hacerlo.

En Bloom firmas letra, música y arreglos. ¿Cómo es tu proceso creativo y cómo decides qué historia o atmósfera necesita cada canción?

Soy bastante caótica a la hora de componer. No tengo ninguna disciplina y dejo que la intuición y la musicalidad hagan el primer trabajo. Escribo casi a la vez la letra y la melodía, y aunque a veces les de mil vueltas, los deje y retome una y otra vez otras salen en una sentada y no cambio nada. Suelo tener siempre muy claro lo que me gusta y lo que no, pero siempre da vértigo componer y desnudarse de esa forma.

¿Qué influencias musicales –más allá del jazz clásico– han entrado en juego en este disco?

Supongo que por una parte cantantes de jazz actual que me gustan y admiro como Cyrile Aimee, Jazzmeia Horn, Sara Gazarek, el grupo vocal Säje, Michael Mayo, Veronica Swift… pero también me interesan mucho otras cosas que pueden estar más cerca de la canción de autor, como Joni Mitchel, Paul Simon… supongo que todo lo que escuchamos se almacena en algún lugar de nuestra mente y puede influirnos.

¿Cómo ha sido trabajar con músicos como Mikel Núñez, Aitor Bravo y Fran Serrano? ¿Qué aportan a la sonoridad y al espíritu del proyecto?

Trabajar con ellos lo es todo. Son músicos que admiro y grandes amigos a la vez. Aportan grandes ideas a mis temas, siento que nuestra confianza es total y soy realmente afortunada de compartir escenario con ellos. Les estoy muy agradecida.

Has sido premiada por tu trabajo tanto a nivel musical como en el ámbito feminista, con tu tema “Hopefully My Prince Won’t Come”. ¿Cómo conjugas tu mirada crítica con el lenguaje del jazz?

Creo que en la mayoría de mis composiciones trato temas más intimistas y hablar de mis ideas o valores no es algo que haya explotado tanto como debería, pero en esa canción en concreto lo hice y me alegro de haber puesto el foco en esa lectura feminista. Ojalá en el futuro escriba más cosas así. El arte es algo poderoso para expresarnos, encontrarnos, refugiarnos y crecer como sociedad

Además de tu carrera como solista, formas parte de numerosos proyectos musicales. ¿Qué te aporta ese trabajo colectivo y cómo nutre tu carrera en solitario?

Creo que la música es algo muy amplio pero que a su vez es muy permeable. La fusión de estilos y elementos es el pan de cada día que nos enriquece como músicos e intérpretes. Personalmente me encanta trabajar en equipo, estar en un segundo plano, cantar canciones que han escrito mis compañer@s y trabajar en favor de la música. Cantar y componer en el proyecto de folk Sarrabete es muy especial para mí por usar mi idioma materno, el euskera y conectarme con mis raíces, y actuar y cantar con Jazzbana ensemble me ayuda a explorar otras vías de conectar con un público joven y familiar y acercarles la música jazz que tanto quiero y comprobar que, dejando en casa los prejuicios al final les encanta.

En directo, tu propuesta destaca por su sensibilidad, pero también por su vitalidad. ¿Qué buscas provocar en el público cuando subes al escenario?

Busco contar historias, transmitir lo que esconde cada canción y abrirme de alguna manera al público. También que en cada concierto perciban la electricidad que surge entre los músicos que estamos tocando y nos estamos comunicando. Los conciertos de jazz son algo muy vivo, muy espontáneo, nunca son iguales, y me gusta que la gente entienda y aprecie eso y lo pase tan bien como nosotros.

¿Cómo ves el panorama actual del jazz? ¿Hay espacio para las nuevas voces?

Yo no puedo quejarme, creo que tengo la suerte de actuar bastante y he llegado a escenarios y festivales que jamás hubiera imaginado y estoy muy agradecida por ello. Pero sí hay una cosa que percibo, y es que creo que hay espacios necesarios para proyectos emergentes, jóvenes, gente que empieza… y después hay escenarios para grandes proyectos de conciertos internacionales que mueven masas. Pero echo en falta una apuesta por proyectos intermedios, proyectos de calidad de personas que han publicado, que tienen cierto recorrido, pero ya no entran en circuitos de jóvenes promesas, pero tienen proyectos interesantes, experiencia… está bien dar un empujón a los que empiezan, pero después hay que cuidar seguir tendiendo la mano a esas propuestas.

Has estudiado en Musikene, bajo la tutela de artistas como Deborah J. Carter. ¿Qué aprendizajes te han marcado de forma más profunda?

Todo. Estudiar en un centro superior de música estando rodeada todo el día de compañeros con enorme talento que están deseando tocar y compartir, sumergirme en la música durante cuatro años y empaparme a ese nivel del lenguaje, los recursos y la sabiduría de la gente que me rodeaba me dio una felicidad inmensa. Fueron los cuatro años más intensos de mi vida y estoy muy agradecida por haber tenido esa oportunidad. Lo disfruté mucho y todo lo que aprendí me acompaña cada día.

¿Qué viene ahora tras el lanzamiento de Bloom? ¿Planes de gira, nuevos proyectos, grabaciones?

¡Pues ahora viene lo más bonito, que es tocar! Estaremos presentándolo en Santander el 23 de abril, en Sevilla el 25 de abril y en Torremolinos el 26… en el Festival de Jazz de los Picos de Europa el 22 de agosto, y espero anunciar más fechas pronto.

Para terminar, hablemos de Cantabria y, en concreto, de Santander, donde actuarás el próximo 23 de abril. ¿Conoces la región? ¿Hay algún rincón cántabro en el que te gustaría perderte?

La verdad es que, sí que conozco Cantabria, al ser vizcaína me pilla cerca para escapadas de fin de semana. He visitado muchísimos pueblos, sobre todo de interior, porque no soy tanto de playa. Me gustó muchísimo la visita a las cuevas del castillo para ver las pinturas rupestres, por ejemplo, pero tengo pendiente visitar Potes, aunque es muy popular yo no he estado todavía.

Con Bloom, Irati Bilbao no solo demuestra ser una intérprete excepcional, sino también una creadora inquieta y con voz propia. Su manera de entender el jazz —como un lenguaje vivo, libre y lleno de matices— la sitúa como una de las artistas con mayor proyección del momento. Y, como toda flor que florece con fuerza, su música sigue creciendo, sorprendiendo y emocionando en cada nota.

Sobre la sala Rubicón

La Sala Rubicón, también conocida como Bar Rvbicón, es un emblemático espacio cultural situado en la Calle del Sol, nº 4, en el centro de Santander. Desde hace más de dos décadas, se ha consolidado como un referente en la escena artística local, ofreciendo una programación diversa que abarca conciertos en vivo, jam sessions, micro abierto y eventos culturales de variada índole. ​

El local destaca por su ambiente íntimo y acogedor, ideal para disfrutar de actuaciones de jazz, música alternativa y propuestas emergentes. Además, organiza actividades especiales como la celebración del Día Internacional del Jazz y fiestas temáticas, fomentando la participación del público.

J. Quintanilla

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