María Argüeso Vega en nuestro Rincón de Artistas

 María Argüeso Vega en nuestro Rincón de Artistas

Cabezón de la Sal la vio nacer y la escuela de música “Marina Peña” y el Conservatorio Profesional de Música de Torrelavega sus primeros pasos por el mundo de la música.

El próximo día 10 de agosto compartirá escenario con Sofia Gutiérrez-Tobar y será en la Iglesia del Antiguo Seminario Mayor, lugar majestuoso.

¿Por qué tu interés por la música?

Desde pequeña, la música ha formado parte de mi vida. Antes incluso de empezar a tocar el piano, ya me pasaba los días cantando y bailando, alborotando a mis padres. A partir de mi etapa adolescente, la música se convirtió en mi método de expresión y de liberación de algún modo de todo el estrés que acumulaba semanalmente, esforzándome al máximo en todos mis estudios. Pero mi ratito de sentarme a tocar nunca me costaba, sino que, al contrario, deseaba con ansia que llegara para poder desconectar con ello. Desde entonces, tuve claro que la música siempre me acompañaría y que sería bonito dedicarse a ello. Además, cada oportunidad para tocar en público y sentir esa conexión con la gente, ofreciéndoles la oportunidad de evadirse conmigo, me parecía siempre muy reconfortante.

¿Qué recuerdos tienes de tus primeros estudios en la escuela de música “Marina Peña”?

Recuerdo las aulas, la amabilidad y el cariño de los profesores y lo bien que nos lo pasábamos en las actividades grupales como coro, preparando los conciertos de navidad y de fin de curso. Lo que sí tengo grabado muy a fondo es una anécdota de uno de los primeros años, tendría yo unos ocho añitos. Estando en clase de solfeo con otros tres compañeros, la profesora en un momento determinado nos preguntó que qué queríamos ser de mayores. No recuerdo qué dijeron el resto, solo que yo quería, cómo no, al igual que el noventa por cierto de las niñas de esa edad, ser peluquera. Como ninguno debimos de dar la respuesta que la profe esperaba, se atrevió a preguntar, ¿y nadie quiere ser músico? Y recuerdo perfectamente que me pareció la peor idea del mundo. Qué aburrimiento, ¡ni loca! En esa época aún no le había cogido suficiente cariño…

 ¿Quiénes fueron tus principales influencias o mentores durante tus primeros años de formación musical?

En general el ambiente tan familiar que se crea en un centro como es el Conservatorio Profesional de Música de Torrelavega, hace que todo el mundo se conozca, ya sean profesores, alumnos o familiares, y por ello, aunque no todos me hayan dado clase directamente, hubo mucha gente durante mi etapa allí dentro que fue una gran fuente de inspiración. Hay influencias que surgen simplemente viéndolos actuar en conciertos, con su capacidad para concentrarse y expresarse musicalmente, o al contrario, tras una de tus audiciones en que alguien te felicita y te da algún consejo para próximas ocasiones. Sin embargo, si tuviera que quedarme con ciertas personas, sería con mis dos profesoras de piano, Beatriz Rovira en la etapa elemental, y Sara Peral, en la etapa profesional. El cómo ellas fueron inculcándome este amor por la música con su cariño, respeto y paciencia, es lo que ha hecho que yo quiera dedicarme a esto actualmente. Sé que posiblemente en otro conservatorio o con otro tipo de profesorado podría no haber sido así, y por ello, me siento tremendamente afortunada y orgullosa de haberlas podido tener a mi lado en ese momento tan fundamental.

¿Cómo fue tu transición al Conservatorio Superior de Música de Castilla y León?

Fue un choque de realidad. Ya desde las puertas abiertas, meses antes de entrar, en que hice una ronda por varios centros conociendo a su profesorado para ver dónde quería hacer las pruebas, me di cuenta del nivel tan alto que tenían el resto de alumnos de toda España. Como decía antes, venir de un pueblo pequeño y un centro tan familiar y entrar en contacto con gente de muchos otros lugares me hizo comprender de verdad el reto que tenía por delante. Sin embargo, durante la carrera fui capaz de adaptarme muy bien a esa “competencia sana” que existe en todas las disciplinas y que muchas veces viene fomentada por los propios profesores. Afortunadamente siempre ha habido muy buena relación entre mis compañeros de promoción y eso me hizo centrarme en aprovechar la experiencia al máximo, aprender todo lo posible en cada clase y estudiar para seguir mejorando, sin importarme demasiado las opiniones no constructivas. Fueron unos años muy intensos y sin duda muy felices.

 ¿Qué te motivó a realizar un Máster en Enseñanzas Artísticas de Pianista Acompañante y Repertorista en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid?

Pues lo cierto es que, ya que toda la carrera se centró en la interpretación solista, me apetecía cambiar de tercio y poder aprender más sobre esa labor tan importante del pianista acompañante. Además, tener otro año de “más de lo mismo”, escoger nuevo repertorio, cambiar de profesor, y seguir tocando sola, me parecía menos interesante que poder tener la oportunidad de aprender a trabajar tanto acompañando instrumentos, como cantantes o bailarines, que son las tres especialidades que ofrece este Máster de Repertorista en Madrid. Y estoy muy contenta con mi decisión, porque efectivamente, me ha abierto los ojos en cuanto a la cantidad de oportunidades laborales que surgen en esta rama y me ha dado multitud de herramientas para seguir explorando y mejorando como repertorista. Además, tocar con gente siempre es muy emocionante, ya que escuchas y reaccionas a lo que están haciendo el resto, no dependes solo tus propias ideas, y eso te hace aprender y crecer muchísimo como músico.

¿Podrías compartir con nosotros tu experiencia siendo finalista en varios concursos y qué significó para ti recibir el Premio Extraordinario de Música de Cantabria?

Los concursos son una oportunidad para ponerte a prueba y comprobar que vas por el buen camino. De alguna forma, los utilizas para marcarte un objetivo y ver si consigues cumplirlo antes de esa fecha, como puede ser perfeccionar varias obras, memorizarlas o interiorizarlas lo suficiente como para hacerlas tuyas. Al menos, esta es la manera en que yo he tratado de enfocarlos para sacarles el máximo rendimiento. Quizás no es la actitud más competitiva, pero es la que más me ha ayudado a sacarles partido si no conseguía quedar en el puesto que yo esperaba.

Sin embargo, obtener el Premio Extraordinario de Música por parte de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, eso sí que fue una distinción por la que me sentí verdaderamente orgullosa. No es que yo fuera mejor músico que muchos de mis compañeros al acabar el grado, ni mucho menos, pero si pude optar a él fue porque mi esfuerzo había sido constante absolutamente todos los años desde que ingresé en el centro, yendo siempre a por las más altas calificaciones y pretendiendo dar lo mejor de mí día tras día, no solo los últimos años. Obtener el premio fue el reconocimiento de todo ese esfuerzo, con una nota media total de sobresaliente, y siempre me sentiré muy orgullosa de mí misma por haberlo conseguido.

¿Cómo ves el futuro de la música clásica y de los pianistas acompañantes en España?

Pues, sinceramente, creo que actualmente la música clásica está muy bien posicionada y tiene un amplio público que disfruta de ella y asiste a conciertos habitualmente, pero que como todo, depende para su futuro de su éxito en los círculos más jóvenes. Y aquí sí noto una falta de interés motivada principalmente por una cuestión de modas. La gente de mi edad consume mucha música comercial, escuchándola en su día a día, paga entradas carísimas por ir a festivales y macroconciertos en estadios gigantes, pero se resiste a darle una oportunidad a lo clásico. Y todo porque esa palabra les recuerda a Bach, Mozart y Beethoven, cuando hay infinidad de compositores, estilos, épocas y obras para todos los gustos que desconocen y que estoy segura que podrían maravillarles. Pero como todo, no es solo que lo escuches de fondo en tu casa y te guste. Asistir a un concierto así es cambiar el concepto de “evento social” al que estamos acostumbrados, y si no es precisamente un sitio donde ir a desfogarte, bailar y saltar a lo grande, a la mayoría de jóvenes no les interesa. La gente que toca un instrumento, aunque sea mínimamente, lo valora más, pero en esta época en que preferimos la inmediatez ante todo y nos cuesta encontrar y disfrutar momentos verdaderamente de calma, es difícil competir con el abanico tan enorme de posibilidades en que gastar el tiempo de ocio que tenemos, incluso si son gratuitas.

Pianistas hay muchos y afortunadamente siempre somos necesarios, porque el resto de instrumentos nos necesitan para tocar juntos y acompañarles en pruebas de acceso, oposiciones, conciertos, eventos…Somos su orquesta en chiquitito y por ello siempre podremos encontrar oportunidades laborales, de hecho, muchas más que siendo solistas.

 ¿Cuáles son tus metas y aspiraciones a corto y largo plazo en tu carrera musical?

Creo que es algo generalizado en la mayoría de carreras esa sensación con la que terminamos muchos alumnos cuando, después de haber estado estudiando en piloto automático tantos años, yendo del colegio al instituto, a la universidad, y al máster, llegado el momento de decidirnos por un futuro, la mayoría no sabemos hacia dónde avanzar. La gran variedad de posibilidades te hace repasar todas y cada una de las opciones en tu cabeza intentando descubrir cuál es la que será mejor para ti a largo plazo, o la que te hará más feliz, pero lo cierto es que nada puede saberse realmente hasta que no lo pruebas, hasta que no lo intentas.

Es por esto que tengo claro que me gustaría seguir tocando con otros músicos como pianista acompañante, aunque no descarto poder dedicarme también a la enseñanza, ya que se aprende muchísimo al tratar de transmitir todo lo que ya sabes a los demás, te hace replantearte muchas cosas. Lo ideal sería compaginar esta faceta con proyectos relacionados con el mundo de la ópera, de la composición o del acompañamiento de la danza, de forma que aporten algo de novedad de vez en cuando y sigan proporcionándome retos con los que continuar superándome día a día.

¿Qué otras pasiones o intereses tienes aparte de la música?

Siempre me ha gustado mucho la lectura, las manualidades y la fotografía. Todo lo relacionado con el arte en general. Me encanta dar paseos por la naturaleza, soy más de montaña que de playa, así que disfruto mucho de rutas y escapadas al aire libre cuando vuelvo a casa, harta de la gran ciudad.

Tu eres muy joven, pero ¿Qué consejo le darías a los jóvenes que desean seguir una carrera en la música clásica?

Les diría que a por ello, sin dudarlo. La música exige un esfuerzo y dedicación continuos, y llega a ser un desafío también mental, ya que la superación personal siempre está ahí y es desagradable compararse con la gente que está a tu alrededor, menospreciándote o dejando que ciertos comentarios negativos a veces te afecten más de la cuenta. Hay muchos momentos difíciles a lo largo de la carrera, en que incluso llegas a replantearte si sirves verdaderamente para ello, pero luego es tanta la satisfacción que uno siente cuando las cosas empiezan a encajar, se es consciente de todo el gran progreso que se ha hecho, y se acepta todo lo que aún queda por aprender, con ilusión, que merece la pena perseguir ese sueño. La conexión que sentimos dejando que la música fluya a través de nosotros y sea nuestro método de expresión es tan intensa que no puedo compararla con ninguna otra cosa en el mundo y por eso para mí tiene tanto valor.

¿Cómo crees que tu origen en Cabezón de la Sal ha influido en tu carrera musical?

Más que en Cabezón de la Sal, siempre he sentido que estudiar en un conservatorio de una ciudad relativamente pequeña como es Torrelavega, me ha proporcionado ciertas ventajas con doble filo hasta mi entrada en el superior de Salamanca. Mi promoción fue la tercera en acabar el grado, por lo que prácticamente he crecido a la vez que el propio conservatorio y eso siempre causa una sensación de orgullo tanto para los alumnos como para el profesorado y la directiva. Además, siendo tan poquitos los que llegamos hasta el final, es fácil destacar entre los mejores y que eso aumente tu autoestima y la confianza en ti misma. Entrar en el superior fue un choque de realidad, puesto que de alguna forma crees que hay gente que ha tenido más dificultad que tú para llegar hasta ahí, compitiendo curso a curso con más personas por las mejores calificaciones por venir de una ciudad más grande. No obstante, una vez que te adaptas al sitio, avanzas como el resto en la misma dirección y esa lucha por no quedarte atrás pronto iguala las condiciones.

 ¿Qué piensas de la evolución de tu carrera desde que comenzaste hasta ahora?

Pienso que muchas veces nos quedamos, no intencionadamente, con una mínima parte de todo lo que hemos aprendido y es gracias al paso del tiempo que un día recordamos o conectamos con cosas que hemos estudiado hace tiempo, entendiéndolas por fin y fijándolas en nosotros. Así que, si aprendí muchísimo durante mi etapa en el profesional, viéndolo en perspectiva, apenas fue nada en comparación con lo que aprendí en la carrera, teniendo contacto con muchos más profesores en asignaturas muy diferentes, y todo ello no es ni la mitad de lo que me queda por aprender, o, recordar que he aprendido en algún momento. En el grado he mejorado muchísimo, pero soy muy consciente de todo lo que me queda aún por caminar. Eso es lo bonito de la música. Una obra nunca está terminada, siempre se puede seguir explorando desde distintas perspectivas y llegando a diversas conclusiones. Lo mismo pasa con el estudio. Lo que podemos aprender es infinito.

En cuanto a la evolución profesional en sí, estos últimos años es cuando más he empezado a colaborar en proyectos, algunos relativos al Teatro Real incluso, poniendo en práctica todas las herramientas recabadas hasta el momento. Tengo muchas ganas de descubrir todo lo que está por llegar.

Nos vamos a Comillas junto a Sofía. Cuéntanos, ¿cómo estás viviendo esta experiencia?

Estoy muy entusiasmada. Tocar con Sofía siempre es un gusto, ya que tiene una voz que te atraviesa por dentro y tengo muy claro que cualquier oportunidad para escucharla es un regalo, ya que va a llegar muy muy lejos. No es solo su forma de cantar, sino el verla sobre el escenario. Su porte y expresividad son los que la hacen tan profesional y rebosante de elegancia. Hemos tocado juntas en varios sitios de Cantabria, pero sin duda la iglesia del Seminario Mayor de Comillas será el más especial de todos, ya que tan solo la arquitectura y la luz crean la atmósfera perfecta para buscar la inspiración y que todos disfruten escuchándonos. Va a ser un concierto muy bonito con un repertorio escogido especialmente para la ocasión, y sé que la gente no va a salir indiferente.

Cabezón de la Sal te vio nacer y esperemos que muchos de tus vecinos se acerquen a Comillas para disfrutar de tu arte, pero antes de que te vayas dinos ¿Tu rincón Favorito de Cantabria?

Pues lo cierto es que esta región tiene un encanto peculiar en cada uno de sus rincones, pero si hay un lugar que disfruto especialmente y con el que siento una conexión singular, es toda la zona del pantano del Ebro, cerca de Reinosa. Todos los pueblitos que se extienden a lo largo de él son lugares preciosos, ideales para guarecerse del agobio de las masas y encontrar un poco de calma. A los que les guste hacer rafting o canoa es un sitio ideal también para ello, ya que es una zona muy tranquila y el paisaje no tiene desperdicio. Siempre encuentro mucha paz cuando voy por allí.

J. Quintanilla

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