Torrelavega celebra como festivo local la jornada de San Cipriano, cuya romería se vive en Cohicillos (Cartes)

La tradición popular y el arraigo de esta cita montañesa, declarada de Interés Turístico Regional, han convertido el 16 de septiembre en una fecha clave del calendario torrelaveguense
Torrelavega, 11 de septiembre de 2025. – El próximo martes 16 de septiembre, Torrelavega vivirá una de sus jornadas más singulares: la festividad de San Cipriano, reconocida como festivo local por el Ayuntamiento aunque la romería se celebra en Cohicillos (Cartes).
La explicación está en la costumbre popular. Desde hace generaciones, miles de torrelaveguenses acuden cada año a esta cita, considerada una de las romerías más antiguas y populares de Cantabria, declarada además Fiesta de Interés Turístico Regional. La proximidad —apenas diez kilómetros separan el centro urbano del Alto de San Cipriano— y el fuerte arraigo de la celebración han hecho que la ciudad asuma esta fiesta como propia.
El Pleno municipal aprueba anualmente el calendario laboral y, junto a las festividades nacionales y autonómicas, designa dos fechas locales. Entre ellas se mantiene cada año el 16 de septiembre, permitiendo a los vecinos participar en los actos sin obligaciones laborales.
La romería de Cohicillos
La jornada festiva comienza con la procesión hasta la ermita del siglo XVIII, donde se celebra la misa en honor a San Cipriano. Tras los actos religiosos, la fiesta se llena de música tradicional, danzas de picayos, mercado artesano, gastronomía y convivencia campestre.
En la campa no faltan los símbolos de la cultura montañesa: albarcas, varas de avellano, rosquillas de anís, gaitas y tambor.
Históricamente, la fiesta estuvo vinculada al descenso del ganado desde los puertos de Palombera y Sejos, convirtiéndose en un punto de encuentro intergeneracional que incluso sobrevivió a la suspensión durante la Guerra Civil, recuperándose después gracias a la iniciativa vecinal.
Una tradición compartida
Así, Torrelavega mantiene como festivo un día cuyo epicentro se sitúa en el municipio vecino de Cartes, en un ejemplo de cómo las tradiciones trascienden fronteras administrativas y se consolidan como parte esencial de la identidad cultural de toda la comarca.
