Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros: resistencia antifranquista en las montañas de Cantabria

Fueron dos de los rostros más emblemáticos de la guerrilla antifranquista en el norte de España. Durante años, desafiaron al régimen desde los montes cántabros, convertidos en símbolo de una lucha tan clandestina como trágica.
Cantabria, 25 mayo de 2025. – En los años más duros de la posguerra española, mientras el país intentaba cicatrizar las heridas abiertas por la Guerra Civil, algunos hombres optaron por seguir combatiendo desde la clandestinidad. Juan Fernández Ayala, conocido como Juanín, y Francisco Bedoya Gutiérrez, Bedoya, fueron dos de los últimos guerrilleros antifranquistas activos en Cantabria. Su historia, mezcla de resistencia, tragedia y leyenda, permanece grabada en la memoria colectiva como testimonio de una España dividida.
Juanín nació en 1917 en el municipio de Cosío, en el valle de Liébana. Hijo de una familia humilde, se integró durante la Guerra Civil en el bando republicano. Tras la derrota de la República, como tantos otros, optó por refugiarse en las montañas. Bedoya, por su parte, era natural de Lantueno (Ruente), y también luchó en las filas republicanas. Ambos se encontraron en los años cuarenta en la comarca lebaniega, convirtiéndose en una de las parejas más escurridizas y buscadas por la Guardia Civil en todo el norte peninsular.
Durante años, Juanín y Bedoya vivieron en los montes, protegidos por simpatizantes y familiares que les proporcionaban alimentos, información y cobijo. Su lucha se enmarcaba en una red de guerrilla conocida como el maquis, que buscaba mantener viva la oposición armada al franquismo, esperando una caída del régimen que nunca llegó.
La actividad guerrillera consistía en sabotajes, emboscadas, robos a cuarteles o transportes del régimen y, sobre todo, en la difusión clandestina de propaganda antifranquista. Pero también fue una vida de constante huida, marcada por el aislamiento, el miedo a las delaciones y la brutal represión.
El final llegó el 24 de abril de 1957. Juanín fue abatido en una emboscada en las inmediaciones de Cosío, en la misma tierra que lo vio nacer. Bedoya había muerto poco antes, el 6 de mayo de 1952,en Islares, municipio de Castro Urdiales, muriendo en el enfrentamiento contra la Guardia Civil en las cercanías de Saja. Con ellos desaparecía uno de los últimos focos de resistencia armada al franquismo en Cantabria.
Décadas después, Juanín y Bedoya siguen siendo figuras controvertidas. Para unos, héroes de la resistencia; para otros, simples forajidos. Pero más allá de las interpretaciones, su historia es parte inseparable del relato de la posguerra española. Un tiempo oscuro en el que la lucha por las ideas se pagaba con la vida, y donde la memoria aún hoy busca justicia, reconocimiento y verdad.