La psilocibina: entre el potencial terapéutico y el riesgo del consumo recreativo

Expertos advierten sobre los efectos y consecuencias del uso de hongos alucinógenos, mientras la comunidad científica explora sus posibles beneficios en tratamientos psiquiátricos
La psilocibina, un compuesto psicodélico presente en más de 180 especies de hongos, ha captado el interés de científicos, autoridades sanitarias y colectivos sociales por su doble naturaleza: por un lado, su potencial terapéutico en el tratamiento de trastornos mentales, y por otro, los riesgos derivados de su uso recreativo y no regulado.
Los hongos que contienen psilocibina, conocidos popularmente como «hongos mágicos», crecen de forma silvestre en distintas zonas del mundo y han sido utilizados durante siglos con fines rituales y espirituales, especialmente en culturas indígenas de América Central y del Sur. En la actualidad, su consumo ha aumentado en entornos urbanos, tanto en forma natural como procesada en cápsulas o infusiones.
Una vez ingerida, la psilocibina se convierte en psilocina, la sustancia que altera la percepción sensorial y provoca efectos como alucinaciones visuales, alteración del tiempo, introspección emocional y cambios en el estado de ánimo. Estos efectos pueden durar entre cuatro y seis horas, dependiendo de la dosis, el entorno y el estado mental del consumidor.
Aunque la psilocibina no produce adicción física ni es considerada tóxica en términos convencionales, su uso conlleva riesgos psicológicos, especialmente en personas con antecedentes psiquiátricos. Los denominados bad trips pueden provocar ansiedad, paranoia o episodios de pánico, y su uso fuera de contextos controlados puede llevar a conductas peligrosas o a la ingesta accidental de especies tóxicas, al confundir hongos alucinógenos con variedades venenosas.
A pesar de estas advertencias, varios estudios clínicos desarrollados en países como Estados Unidos, Canadá o Reino Unido han demostrado resultados prometedores en la utilización controlada de psilocibina para tratar depresión resistente, ansiedad en pacientes con enfermedades terminales y adicciones, lo que ha abierto el debate sobre su posible regulación en entornos médicos.
En España, la psilocibina sigue siendo una sustancia ilegal, y su posesión o cultivo puede conllevar sanciones administrativas o penales. No obstante, el debate internacional sobre su despenalización y regulación médica ha comenzado a introducirse también en foros académicos y sanitarios nacionales.
Mientras avanza la investigación científica, los expertos insisten en la necesidad de información rigurosa y prevención, especialmente entre jóvenes y usuarios ocasionales. La psilocibina, afirman, no es una droga de consumo inocuo y su uso debe quedar limitado a contextos clínicos supervisados o con un marco legal claro.
