¿Vida desahogada en Cantabria? Este es el sueldo que marca la diferencia entre llegar a fin de mes o vivir con holgura

En una región donde el coste de vida no deja de subir, superar los 3.581 euros al mes marca la frontera entre la estabilidad y la incertidumbre económica.
En Cantabria, como en el resto del país, muchas familias hacen malabares cada mes para cuadrar cuentas. La hipoteca, el alquiler, los recibos de la luz, el gas, el agua, el seguro del coche, el comedor escolar o el transporte: una lista interminable que rara vez deja margen para imprevistos. Pero también están quienes viven sin ese agobio constante, quienes pueden permitirse unas vacaciones, afrontar una avería sin dramas y dormir tranquilos cuando llegan las facturas. No son ricos, al menos no en el sentido clásico de la palabra, pero tampoco forman parte de la clase media al uso. Son los acomodados. Y en Cantabria, hay más de los que parece.
Un reciente informe del Observatorio de las Desigualdades arroja luz sobre este concepto. Para pertenecer al grupo de quienes pueden considerarse económicamente “acomodados”, hace falta superar los 3.581 euros brutos mensuales. Un peldaño por debajo de los considerados “ricos”, cuyo umbral se fija en 3.673 euros, pero lo suficientemente alto como para marcar una diferencia clara respecto a la mayoría.
El salario medio en España ha alcanzado los 2.442 euros brutos al mes, el más alto desde que hay registros. En Cantabria, sin embargo, esa cifra sigue siendo algo inferior. Aun así, la mayoría de cántabros quedan encuadrados en la franja de la clase media, con ingresos que oscilan entre los 1.343 y los 3.581 euros mensuales.
Pero ¿es posible hablar de riqueza solo por el salario? El informe va más allá. Señala que una familia con dos hijos menores de 14 años necesita ingresar al menos 7.713 euros al mes para considerarse realmente rica. Una cantidad que, en Cantabria, muy pocos alcanzan.
En cambio, en el extremo opuesto, el umbral de pobreza se sitúa en los 10.088 euros anuales para una persona sola. Y si se trata de una familia con dos adultos y dos niños, la cifra mínima sube a 21.185 euros al año. Son los datos que ponen cifras a algo que muchos ya saben por experiencia: vivir con lo justo o incluso por debajo, es el pan de cada día para demasiadas personas.
Además, el coste de la vivienda se ha convertido en un factor determinante. En 2024, los cántabros destinaron de media el 47% de sus ingresos al pago del alquiler. Muy por encima del 30% que recomiendan los expertos. Eso deja poco margen para el ahorro, y aún menos para afrontar imprevistos sin sobresaltos.
Así, la línea entre la clase media y los acomodados no es solo cuestión de cifras, sino de sensación de seguridad. Vivir sin miedo al recibo de la luz o a la revisión del coche. Poder planificar con calma unas vacaciones o una reforma en casa. En Cantabria, cruzar esa línea implica superar los 3.581 euros mensuales. No es ser rico, pero sí es vivir con un colchón, en un país donde cada vez es más difícil tenerlo.