Como ser un poco más feliz
En su obra titulada ‘El hábito de la diversión: cómo la búsqueda de la alegría y el asombro puede transformar tu vida’, el psicólogo del comportamiento Mike Rucker presenta, respaldado por evidencia científica, los numerosos beneficios tanto físicos como psicológicos que provienen de disfrutar de la vida de manera simple y sin pretensiones excesivas.
Frente a la persistente y a veces frustrante tendencia de buscar una felicidad total que, es importante reconocerlo, puede ser tanto hermosa como inalcanzable, Rucker promueve algo tan sencillo y complejo a la vez: el deleite en todo lo positivo que se presenta ante nosotros. De hecho, asegura que la ciencia ha demostrado de manera sólida que al enfocarnos en nutrir nuestro lado más disfrutador, podemos mejorar nuestra salud, nuestras relaciones interpersonales e incluso nuestra productividad en el trabajo.
Si bien la teoría suena muy atractiva, surge la pregunta: ¿es realmente tan fácil como lo plantea Mike Rucker? La respuesta no es tan clara. «Creo que la clave es la coherencia. Comprender que lo lógico, lo saludable, lo coherente y lo que nos permite reaccionar de manera adaptativa es mantener coherencia con nuestras experiencias, en lugar de forzar emociones de un modo u otro», afirma Buenaventura del Charco Olea, psicólogo sanitario, psicoterapeuta y autor de ‘Hasta los cojones del pensamiento positivo’ (Editorial Samarcanda).
Del Charco Olea sostiene que esta actitud receptiva pero realista «no solo nos permite disfrutar más del momento, sino que también nos aleja del juicio crítico y hace que enfrentar los momentos difíciles sea menos complicado de lo que podría ser, dado que reaccionar negativamente en esos momentos es una respuesta natural y adaptativa, aunque no sea deseada».
La obsesión por la felicidad, según él, «a menudo actúa como un mecanismo defensivo, una forma de percibirnos como vulnerables. Es algo así como decir: ‘Soy tan frágil que necesito que todo sea agradable y feliz, porque no puedo afrontar la realidad ni las dificultades de la vida'».
Evitar lo que nos causa dolor
Monia Presta, psicóloga clínica especializada en manejo emocional, neurociencias, psicofisiología clínica, sexología y terapia de pareja, enfatiza que «la noción de felicidad está mal comprendida en nuestra sociedad actual». En su opinión, «la felicidad a menudo se confunde con el placer momentáneo, la gratificación instantánea y la posesión compulsiva de objetos, viajes, compras, etc., que estimulan la liberación de dopamina, el neurotransmisor asociado a la adicción. Una especie de droga potente. En la era de las redes sociales y el ‘selfie’, nos vemos obligados a demostrar constantemente que somos felices, a sonreír sin cesar y a mostrar nuestra ubicación en todo momento. Es como si viviéramos en el ‘Gran Hermano’ de Orwell, sin ser conscientes del daño que eso puede causar, y ya está causando. Todo esto contribuye a la depresión y la ansiedad, que son las enfermedades predominantes en nuestro siglo».
Autora de ‘Tu cerebro emocional’ (RBA Libros), Presta recuerda que esta obsesión por la felicidad no es algo nuevo. «La búsqueda de la felicidad ha sido un tema recurrente en la historia de la humanidad. Escritores, filósofos y poetas han intentado describirla. En ‘Filosofía por la felicidad’, Epicuro afirmaba que ‘la felicidad es placer, paz y ausencia de dolor’. La felicidad implica sentirse bien consigo mismo, tener salud mental, emocional y física, y ser resistente ante los desafíos de la vida».
En la actualidad, señala, «se tiende a confundir la felicidad con el placer, y la alegría con el disfrute. Se nos insta a evitar emociones como la tristeza y la ira a toda costa. No obstante, esta experta aclara que ‘no podemos estar alegres todo el tiempo; los psicólogos sabemos que eso sería un estado maníaco, que es un trastorno mental grave'».
En su opinión, «tanto el esfuerzo por disfrutar como la obsesión por ser feliz son formas de autoengaño. Una búsqueda excesiva de placer inmediato puede generar malestar. Estar plenamente en el presente, apreciar lo positivo que tenemos y atender a nuestras emociones son caminos hacia la felicidad. Si escuchamos nuestras emociones, validamos su presencia, interpretamos el mensaje que transmiten y las gestionamos, podemos experimentar felicidad y bienestar, tanto mental como físico».
Entonces, ¿es más práctico buscar el placer en lugar de obsesionarnos con la felicidad? ¿O es solo una manera de evitar enfrentar nuestras experiencias? «Como mencioné anteriormente, tanto perseguir el disfrute como obsesionarse con la felicidad son ilusiones. Buscar un exceso de placer inmediato a cualquier costo puede generar malestar. Estar auténticamente presente en el aquí y ahora, apreciar lo positivo y escuchar nuestras emociones nos guiará hacia la felicidad. Al intentar evitar las llamadas emociones negativas para disfrutar sin cesar, malinterpretamos el concepto de felicidad. Estos enfoques no nos llevan a la felicidad; en realidad, pueden alejarnos de ella. Esto refleja una paradoja de nuestra sociedad actual».
En ‘Tu cerebro emocional’, la autora explica cómo «cuanto más intentamos evitar las emociones ‘negativas’, más sufrimiento nos causamos. La felicidad surge al reconocer, sentir, aceptar y manejar nuestras emociones. Esto es completamente opuesto a lo que vemos en las redes sociales. Esforzarse por ser feliz a toda costa es el camino directo hacia la infelicidad. Nuestras emociones son brújulas que nos indican lo que es beneficioso o perjudicial para nosotros y nos guían hacia el camino adecuado. Las emociones han sido fundamentales desde los albores de la historia de la humanidad, y al prestarles atención, podemos tomar decisiones más acertadas y encontrar satisfacción en nuestras vidas. Esto implica un bienestar integral, tanto emocional como físico».
Entonces, ¿por qué nos resulta tan difícil disfrutar del momento presente? «Los seres humanos generamos alrededor de mil pensamientos por segundo. La famosa frase de Descartes, ‘Pienso, luego existo’, estableció una separación entre mente y cuerpo. Esto fortaleció la supremacía del pensamiento sobre las emociones y el cuerpo. Sin embargo, los avances en neurociencias demuestran que los pensamientos pueden influir positiva o negativamente en nuestra perspectiva de la vida. Exceso de pensamientos centrados en el futuro conduce a la ansiedad, mientras que un enfoque excesivo en el pasado puede llevar a la depresión».
Esta experta señala que, si prestamos demasiada atención a nuestros pensamientos, corremos el riesgo de «desconectarnos del presente». Además, resalta un dato crucial: «El 90% de nuestras preocupaciones y pensamientos no se convierten en realidades. Por lo tanto, debemos aprender a no otorgarles tanta importancia y elegir pensamientos positivos y realistas. En una sociedad donde el bienestar mental, físico y económico es escaso, como la actual, se desencadenan pensamientos negativos en exceso. Hay una preocupación exagerada por el futuro, tanto debido a eventos reales como a la avalancha de noticias negativas en redes sociales y medios de comunicación».
¿Cómo podemos enfrentar este desequilibrio generalizado? «Según los estudios neurocientíficos de Perla Kaliman, podemos transformar nuestro ADN, regenerar nuestras células y entrar en un estado de mente en blanco que nos permite disfrutar plenamente del presente después de solo ocho semanas de práctica de meditación. En el último capítulo de ‘Tu cerebro emocional’, ofrezco 21 ideas y ejercicios prácticos para cambiar nuestras vidas y vivir con felicidad».
Monia Presta tiene la convicción de que «creer es crear. La felicidad es algo que podemos cultivar al cuidar nuestra salud emocional. Podemos ser los capitanes de nuestra vida y dirigirnos hacia donde queremos si sabemos gestionar nuestras emociones», concluye.