Camerata Altamira: un proyecto que transforma la música clásica
La Camerata Altamira surge como una propuesta fresca y revolucionaria dentro del panorama musical cántabro. Con el objetivo de adaptar el repertorio sinfónico al pequeño formato, este grupo de músicos lleva la música clásica (y no tan clásica) a espacios donde las grandes orquestas no pueden llegar, conectando de manera única con el público.
Hoy tenemos la oportunidad de conocer más a fondo a dos de sus integrantes, quienes, con un impresionante bagaje artístico y pedagógico, son el alma de esta innovadora formación. La precisión rítmica y el carácter majestuoso de la trompa, cada uno aporta su sello personal a la Camerata Altamira.
Vamos a conocerlos un poco:
- Víctor Cosío Lanza (Trompa): De Santander al mundo, con estudios culminados en prestigiosos conservatorios de Alemania y Países Bajos, este virtuoso músico combina técnica y sensibilidad en cada interpretación.
- Adrián Higuera Rueda (Percusión): Formado en algunos de los mejores centros musicales de España, Adrián es un maestro de la percusión y la música de cámara, además de un pedagogo dedicado en el Conservatorio Profesional de Música de Segovia.
¿Cómo describiríais el espíritu y objetivo principal de la Camerata Altamira?
La Camerata Altamira es algo más que un ensemble o un grupo de cámara. Se trata de un centro de reunión para aquellos músicos cántabros o con cierta vinculación a Cantabria que buscan una plataforma profesional en la que expresar su arte. Este continuo afán de mostrarnos en nuestra tierra nos une e impulsa a llevar la música a otro nivel, expandiendo su influencia más allá de la capital. Creemos firmemente que la polivalencia es nuestra seña de identidad y, por ello, no nos cerramos ninguna puerta. Hoy podemos hablar de un repertorio sinfónico adaptado al ensemble, pero mañana podemos diseñar un concierto de música de cámara para un octeto o un noneto. Esto nos hace capaces de llevar nuestra música a cualquier lugar, ya sea al Palacio de Festivales de Santander o a la Casa de Cultura que gestione algún ayuntamiento del interior de Cantabria.
¿Qué os motivó a uniros a este proyecto?
El nacimiento de la Camerata Altamira se debe a dos motivos principales. El primero de ellos, la amistad que nos une a todos nosotros. Somos jóvenes, sin embargo, a lo largo de estos años de carrera nos hemos dado cuenta de que un proyecto de estas características requiere algo más que la excelencia de cada uno de sus componentes. También hay una parte de vocación y de ilusión por hacer algo importante en tu casa, propiciada por la amistad que forjamos desde que comenzamos en los conservatorios de la región y que luego mantuvimos cuando salimos de Cantabria para formarnos en España y en el extranjero.
Por otro lado, nadie mejor que nosotros sabe que Cantabria es una fuente inagotable de grandes músicos. Por ello, nos motiva la necesidad de establecer en la región más grupos profesionales que destaquen por la calidad de sus propuestas e interpretaciones. Somos conscientes de que Santander es una ciudad viva a nivel cultural, pero en el plano musical muestra una ausencia de proyectos profesionales que se vuelvan estables durante el resto del año. Y hablando de Cantabria, la situación es aún más palpable porque fuera de los maravillosos Marcos Históricos que propone el Festival Internacional de Santander, observamos que la sociedad rural no tiene fácil acceso a la música clásica.
¿Cuál ha sido el mayor desafío al trabajar en este formato más reducido respecto a las grandes orquestas?
Para un grupo de estas características el gran desafío es el balance sonoro. El principal riesgo que corremos es opacar a los intérpretes de cuerda desde las secciones más sonoras. Una orquesta sinfónica suele contar con un bloque de cuerda que varía en función del repertorio y las necesidades tanto del grupo como de la sala de conciertos. En estos casos, la diferencia de balance entre cuerda, viento y percusión no es tan grande. Sin embargo, en nuestra formación apostamos por el pequeño formato, reduciendo cada sección de cada familia a uno o dos músicos como máximo. De esta forma, para nuestro proyecto de Año Nuevo disponemos de siete músicos de viento y solo cinco de cuerda (además de dos percusionistas) lo que nos lleva a prestar mucha atención a este aspecto.
Como grupo de cámara, una de nuestras principales características es que tocamos sin director. La ausencia de un elemento que aúne el criterio musical de quince músicos y provea al grupo de un tempo estable supone un reto mayúsculo. Aunque esto también ofrece ventajas, ya que facilita a cada músico la posibilidad de expresarse sin el corsé de la dirección.
Víctor, tú trayectoria incluye conservatorios de Alemania y Países Bajos, ¿cómo han influido estas experiencias internacionales en tu forma de interpretar?
Al llegar a los Países Bajos, pero especialmente en Alemania, sufrí un shock cultural al comprobar el nivel de arraigo que la música clásica tiene en aquellas sociedades. Alemania es un país que invierte muchísimo dinero en música clásica porque la perciben como parte fundamental de su cultura. Esto también se ve reflejado en un público que aprecia la música en directo y paga su entrada sin dudar. Y, al final, los músicos somos artistas y, en cierta manera, nos “alimentamos” del aplauso sincero. Estas experiencias me enseñaron a valorar más la conexión con el público, dándole más peso dentro de la interpretación.
Por otro lado, en los países del norte y centro de Europa se han dado cuenta de que la música clásica está perdiendo espacio a una velocidad alarmante. Esta situación está obligando a las orquestas y ensembles a innovar de forma muy creativa acercándose a otros estilos musicales y proponiendo nuevos formatos de conciertos que exigen una manera distinta de interpretar. Uno de los objetivos de la Camerata es traer estas arriesgadas propuestas a Cantabria, por lo que la experiencia de algunos de nuestros músicos que aún residen o que en su día vivieron allí será fundamental.
La trompa tiene un papel muy característico en el repertorio sinfónico. ¿Cómo encajas su sonoridad en un formato más pequeño como la Camerata Altamira?
El célebre compositor alemán Robert Schumann decía que el sonido de la trompa es el alma de la orquesta. De esta forma hacía referencia a las múltiples caras que este instrumento puede mostrar. Se trata de un instrumento muy versátil que se mueve entre el sonido cálido de melodías tan famosas como el solo del segundo movimiento de la 5ª Sinfonía de Tchaikovsky y las furiosas llamadas escritas por Mahler. Además, cada compositor le ha dado un papel fundamental en la construcción del tejido armónico, bien sea complementando a la sección de cuerda, a la de viento madera o a la de viento metal. En la Camerata Altamira la trompa sigue manteniendo ese papel, aunque llevando las dinámicas sonoras al extremo. Este conjunto es profundamente solidario, lo que nos exige explorar los límites de nuestros instrumentos para darnos espacio entre nosotros.
¿Qué consejo darías a los jóvenes músicos que sueñan con estudiar en conservatorios internacionales?
Mi consejo es que pierdan el miedo a lo desconocido, se atrevan a explorar y aprendan idiomas más allá del inglés. España es un país increíble para vivir y Cantabria un paraíso terrenal. Yo lo sé bien, que llevo desde los dieciocho años viviendo fuera de mi tierra y no pasa un día sin que la añore profundamente. Pero para un músico clásico en formación no es ni una región ni un país que ofrezca a nivel artístico todo aquello que se necesita para construir una personalidad musical completa. Para ello hay que acudir a los grandes centros artísticos como Alemania, Inglaterra o Austria donde se encuentran los mejores profesores y orquestas. Hoy en día hay multitud de programas como las becas Erasmus+ que dan la posibilidad a los jóvenes de marchar al extranjero con toda seguridad. Mi experiencia vino dada por una beca de este estilo, que me permitió continuar mis estudios en Europa sin que mis padres tuviesen que hacer un gran sacrificio económico. Una vez allí decidí quedarme a trabajar y fue una gran elección.
Adrián, la percusión es una sección que a menudo se asocia a un gran despliegue en las orquestas, ¿cómo adaptas este instrumento al pequeño formato de la Camerata Altamira?
Como dices, la percusión es una especialidad que abarca un número muy extenso de instrumentos, (timbales, xilófono, glockenspiel, vibráfono, campanas, cajas, toms, platos, tamtams, panderetas, castañuelas, triángulo, bongos, crótalos…). En las orquestas hay varios percusionistas para poder hacer frente a tal número de instrumentos, si fuera necesario. En la Camerata Altamira somos, como máximo, dos percusionistas quienes nos encargamos de hacer sonar toda la sección. Como señalábamos antes, una de las mayores dificultades de nuestra agrupación es encontrar el balance sonoro adecuado, por lo que tenemos que ajustar aún más la intensidad del sonido de la percusión, hacia dinámicas de mezzo-piano, piano, pianissimo.
Al igual que ocurre con los instrumentos de viento, en el caso del programa de Año Nuevo hay secciones que tenemos que arreglar o simplificar, pero siempre sin perder la identidad de la obra. También podemos jugar con la selección de los instrumentos o baquetas, pero lo fundamental es ajustar nuestra forma de tocar al conjunto y al lugar.
¿Qué aspectos técnicos o creativos encuentras más desafiantes al interpretar música de cámara?
En la música de cámara el trabajo funciona de una forma democrática, donde cada músico puede aportar y expresar sus ideas de forma libre. El reto está en encontrar la manera de consensuar todas estas visiones. Para ello, es necesario que todos los integrantes del grupo tengan una mente abierta, una gran versatilidad y flexibilidad a la hora de interpretar. Aprendemos cómo funciona el comportamiento del resto de instrumentos y cómo podemos amoldarnos para fusionarnos con ellos.
Como docente en Segovia, ¿ves un interés creciente en los jóvenes por explorar formatos como la música de cámara?
La música de cámara es una asignatura fundamental en la enseñanza de los conservatorios. Cuando los alumnos comienzan a dar clases de cámara suelen llevar algún tiempo tocando con agrupaciones en otras asignaturas, como pueden ser la banda o la orquesta del conservatorio; estas agrupaciones no dejan de ser grupos de cámara sobredimensionados. Poder trabajar música de cámara hará que toquemos mejor en la orquesta, y tocar en la orquesta también mejorará nuestra capacidad de hacer cámara. Los alumnos rápidamente son conscientes de esto, cómo en la música de cámara la comunicación, el intercambio de ideas con sus compañeros es fundamental y cómo su personalidad puede llegar a influir. En ocasiones incluso puede ocurrir que por motivos que van más allá de lo musical, como la amistad, algunos alumnos creen sus propios grupos.
¿Qué impacto esperáis que tenga Camerata Altamira en la escena musical cántabra y en el público al que llegáis?
Nuestro objetivo es añadir una propuesta profesional más al panorama musical cántabro pero que no se vea limitado al espacio reservado para la música clásica. Queremos que el público nos perciba como algo distinto y novedoso y que esa sea una de las razones por las que acuda a nuestros conciertos. Siguiendo nuestro ideal sobre la polivalencia del grupo, también esperamos que los artistas de otras disciplinas se vean atraídos por la idea de colaborar con nosotros para ofrecer experiencias más auténticas y completas que las que se pueden encontrar en un concierto convencional.
Os podremos ver en vuestro debut el próximo día 28 a las 20:30 horas en la Iglesia de San Pedro de Noja ¿A quién le tenemos que agradecer por este “Concierto de Año Nuevo”?
La persona que ha hecho posible nuestro debut es la alcaldesa de Noja, Mireia Maza Somarriba. Noja es una localidad que tradicionalmente ha venido apostando fuerte por la cultura y, especialmente, por la música clásica. Cuando le presentamos nuestro proyecto sabíamos de la dificultad que suponía para un ayuntamiento confiar en un nuevo grupo que no tiene un pasado reciente en la región. Sin embargo, Mireia mostró interés en la idea y supo ver en aquel momento que la Camerata Altamira podía aportar un carácter distinto a las navidades de la villa. Además, Noja ha sido recientemente galardonada como Villa Europea de la Navidad 2025, lo que conlleva cierta repercusión mediática y social que de alguna forma también va a alcanzar a la Camerata Altamira. Por ello estamos doblemente agradecidos y vamos a trabajar para superar, si es posible, sus expectativas.
No queremos perder la ocasión para señalar a los integrantes de la Camerata como artífices de todo esto. Ha sido un trabajo arduo para todos cuadrar nuestras agendas para fijar los ensayos y otras actividades propias de un proyecto de estas características, más aún en unas fechas tan complicadas como las navideñas.
Os recordamos que podéis adquirir la entrada en el siguiente enlace; enlace
La Iglesia de San Pedro se encuentra en el punto más elevado de Noja, se distingue por su esbelta torre gótica trasmerana, visible desde cualquier acceso a la Villa y que se alza majestuosa como uno de los emblemas del patrimonio local.
Por último, ¿qué mensaje les enviraríais a quienes aún no conocen este proyecto?
Nos gustaría pedirles la oportunidad de demostrar que Cantabria posee mucho talento y que solo hacen falta iniciativas como esta para sacarlo a la luz. La música clásica sobrevivirá si todos los agentes que formamos parte de la cultura nos encargamos de situarla donde se merece. Los intérpretes, desarrollando proyectos interesantes que traigan frescura a la escena musical cántabra. El público, apoyando a estas agrupaciones acudiendo a sus conciertos y generando opinión. Y las instituciones, apostando por propuestas profesionales que destaquen por la calidad de sus interpretaciones y programas.
Camerata Altamira invita a todos a seguirles en sus redes sociales, donde comparten información sobre sus actividades, proyectos y conciertos. Además, pueden ponerse en contacto con ellos a través del correo electrónico camerata.altamira@gmail.com
Para cerrar este primer encuentro, os proponemos un pequeño reto: ¿podéis decirnos, un lugar especial de Cantabria en el que os gustaría realizar un concierto con vuestra formación? No hablamos de recintos habituales, sino de lugares únicos, como podría ser la plaza de Tresviso, Cabuérniga, plaza de la Colegiata de Santillana del Mar, etcétera, por ejemplo.
Víctor: para mí sería un auténtico placer llevar a cabo un concierto de música experimental, un proyecto multisensorial que vaya más allá de lo auditivo. El lugar apropiado para ello sería la Cueva de El Soplao. Este tipo de lugares son auditorios naturales con una resonancia espectacular que provocan en el público un estado de conexión con el intérprete y el entorno que le rodea que le asegura llevarse una experiencia única. Me parece muy acertado que cites también a Cabuérniga, el valle de mi familia, ya que uno de mis sueños es poder organizar un concierto en un lugar mágico como es la Castañera de Terán.
Adrián: cualquier lugar que reúna unas buenas condiciones para poder hacer música me parece adecuado. Por citar algunos: el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, el Mirador de San Martín, la plaza Porticada, las plazas del Centro Botín en Santander o el museo de Altamira en Santillana del Mar.
La Iglesia de San Pedro de Noja está;
Ubicada en la actual Plaza de la Villa y en el punto más elevado de Noja, la iglesia se distingue por su esbelta torre gótica trasmerana, visible desde cualquier acceso a la Villa y que se alza majestuosa como uno de los emblemas del patrimonio local.
Existen referencias documentadas en los Cartularios de Santa María del Puerto de Santoña que sitúan su construcción en el siglo XI. Sin embargo, estudios recientes sugieren una fecha anterior, en base a los restos del convento que la rodeaba, del cual aún se conserva la capilla.
La torre renacentista, obra del maestro Pedro del Pontón, natural de Galizano, se erigió en las últimas décadas del siglo XVII, consolidando la armonía entre los estilos arquitectónicos que conviven en el edificio.
El interior, de planta de cruz latina con tres naves, destaca por su sobria elegancia gótica. La nave central, de mayor tamaño y altura, presenta una factura impecable, con nervaduras diagonales que se cierran en delicadas conchas. El conjunto culmina en un ábside semicircular, rematando la obra con solemnidad y equilibrio.
En la nave izquierda se encuentra uno de los elementos más destacados del templo: un hermoso monumento funerario que alberga las esculturas orantes de don Gonzalo de Velasco y Castillo y su esposa, doña María Fernández de Isla. Llama la atención la representación de ella con un tocado campesino, detalle que conecta la obra con la identidad local. Ambos son antepasados de los actuales Marqueses de Velasco, cuya Casa Palacio aún preside una de las plazas más céntricas de la Villa.
El altar mayor, de estilo barroco, aunque de líneas sencillas, acoge en su centro la imagen de San Pedro, patrono de la parroquia. A sus lados, con la categoría de co-patrones, se veneran las imágenes de los Santos Mártires, San Emeterio y San Celedonio. Según la tradición, estos hijos de un centurión romano fueron decapitados por mantenerse firmes en su fe. La leyenda cuenta que sus cabezas aparecieron juntas en el puerto de Santander, mientras que sus cuerpos fueron hallados en Sevilla. Hoy, San Emeterio y San Celedonio son los patronos de Santander, ciudad cuyo escudo aún luce las representaciones de sus cabezas como símbolo de devoción y protección.