Javier Cifrián – “En cine, es más importante lo que no se dice que lo que se dice.”

Hoy en el Rincón de Artistas hablamos con Javier Cifrián, actor cántabro con una sólida trayectoria en cine, televisión y teatro. Licenciado en Arte Dramático por la Escuela de Actores de Canarias, ha perfeccionado su técnica con maestros como Carlo Boso, Philippe Gaulier y José Sanchis Sinisterra. Su carrera incluye participaciones en series como Hermanos y Detectives, Vive Cantando y Desaparecidos, así como en películas como El Próximo Oriente, por la que fue nominado al Goya como Mejor Actor Revelación.
En 2015, fundó la Escuela de Cine y TV de Cantabria, la primera en la región dedicada exclusivamente a la formación actoral frente a la cámara. La escuela
forma actualmente a más de 300 alumnos, muchos de los cuales han participado en producciones nacionales e internacionales. Cifrián compagina su labor docente con su carrera actoral, manteniéndose activo en ambas facetas.
¿Cuántos años llevas en el gremio?
Desde 1991, cuando fui por primera vez al teatro. Me invitó un amigo al Palacio de Festivales y ahí descubrí mi vocación. En ese momento estaba pasando por una etapa complicada: había fallecido mi padre, tenía pensado seguir con la empresa familiar, pero se vendió de repente y me quedé un poco fuera de onda.
Gracias al teatro enfoqué mi vida. La vocación me nació al primer día, a los 15 minutos de estar allí. Desde ese instante decidí ser actor. Me apunté a un curso de interpretación en el Palacio de Festivales, pero me supo a poco, así que decidí moverme, recorrer un poco el mundo y estudiar la carrera de Arte Dramático.
¿Cómo fue tu experiencia trabajando con Fernando Colomo en El próximo Oriente? Hace poco ha venido a dar una masterclass a la escuela, ¿cómo fue el reencuentro?
No sabría cómo catalogar una experiencia así. Era un momento en el que todo era muy presencial, fue mi primera película… y encima como protagonista, ¡y me nominaron al Goya! Fue una experiencia desbordante. Me lo pasé como un indio.
Rodar con Fernando Colomo fue fascinante. Que de repente una de las personas más destacadas del cine español te ofrezca un papel protagonista es una locura.
Con Fernando mantengo el contacto porque he hecho varias películas con él y le tengo muchísimo cariño —y creo que él también a mí— porque para venirse a Santander a dar una masterclass, con todo lo que tiene que hacer… se lo agradezco enormemente. Primero, por la disponibilidad; segundo, por lo encantador que fue con los alumnos. Pudieron conocer a alguien tan destacado en el cine español. ¿Qué le puedo decir a Fernando? Pues que le quiero la hostia.
Es común que un actor esté a veces largos periodos sin trabajar, ¿alguna vez has trabajado entre medias de otra cosa?
He tenido la gran suerte —o la desgracia— de trabajar siempre en esto. Pero claro que he tenido periodos sin trabajar. Creo que todos los actores los tienen.
Es inevitable: somos un producto, y no es algo personal. Además, depende de las tendencias, de la edad, de muchas cosas que no puedes controlar.
En Madrid tuve épocas en las que me llevaba el móvil hasta la ducha por si sonaba. Se te genera una ansiedad para la que no te preparan en ningún lado.
¿Cuándo decidiste montar tu propia escuela y por qué motivos?
Hay varios motivos, pero principalmente porque yo tuve que marcharme a Canarias para estudiar Arte Dramático, ya que aquí no había nada. Solo se hacían algunos cursos en el Palacio de Festivales, pero eran amateurs, no estaban pensados para quienes querían dedicarse profesionalmente.
Quería ofrecer a la gente de Cantabria la posibilidad de formarse sin tener que irse. Siempre he sido un tío muy de mi tierra. En todas las producciones en las que podía colar algo del Racing, lo hacía. Cuando se hablaba de equipos de fútbol, yo convencía a producción para que fuera el Racing.
En Vive Cantando, una serie de Antena 3, intentaba meter por detrás la hucha del Racing, la bandera, lo que fuera. Una vez me la quitaron porque dijeron: “¿Y esta bandera del Racing qué hace aquí?”.
Aunque he viajado, siempre he tenido la espinita de no haber encontrado un sitio como mi tierra. Por eso monté la Escuela de Cine y TV, para dar la oportunidad que se nos negó a nosotros en nuestra época.
Si te propusieran ahora un papel importante como actor, ¿cómo lo compaginarías con la escuela?
Depende. En la vida te cambian los objetivos. Cuando empecé en esto, lo que más quería era subirme a un escenario y hacer vibrar al público. Mi meta era esa.
Con los años, las necesidades cambian. Me siguen ofreciendo trabajos, pero tendría que aportarme mucho para irme a rodar varios meses a Madrid.
Ahora me hace más ilusión que llamen a un alumno para rodar una película, que me llamen a mí.
Estás preparando una nueva sede en Torrelavega. ¿Será igual que la de Santander o cambiará el concepto?
Sí, estamos preparando una nueva sede porque aquí ya tenemos 21 cursos semanales y estamos un pelín saturados. Además, Santander queda apartado para gente de otros puntos de Cantabria, como Los Corrales o Reinosa.
La idea es dar la oportunidad de formación artística a todo el mundo. Nuestro futuro es abrir otra sede en Laredo o en Castro Urdiales, para que cualquiera en Cantabria que quiera dedicarse a esto lo tenga más fácil.
Yo estaré presente en cada sede, con un curso, para mantener el contacto directo con los alumnos y asegurar el mismo valor que en la escuela de Santander.
¿Tienes algún alumno trabajando como actor en algo importante?
Sí, ahora mismo tenemos varios trabajando. En la escuela intentamos traer directores y directores de casting. Hacemos talleres con los alumnos para que les conozcan y puedan acceder a papeles en series o películas.
Así, tenemos a María en la serie LaLaLa, a Pablo que acaba de rodar 13 Exorcismos, a Óscar que ha trabajado en Escape con Mario Casas, y a Jacobo y Carlota que están rodando series.
Tenemos la suerte de contar con un abanico de alumnos que están destacando.
¿Hay alguna frase que siempre repites en clase y tus alumnos podrían imitarte perfectamente diciéndola?
Sí, desde 2015, en mi primer curso, siempre digo:
“En cine, es más importante lo que no se dice que lo que se dice.”
¿Qué no enseña una escuela de interpretación y que solo se aprende rodando o subido a un escenario?
Un actor o actriz tiene que tener presente a su niño interior y disfrutar jugando: jugar a ser sus personajes.
Pero los rodajes te enseñan que esa inocencia no puede existir del todo allí. Un rodaje es una cosa muy seria. Hay mucho dinero en juego. Si no te sabes el texto, hay 150 personas que dependen de ti. Especialistas que cobran por horas. Y si se retrasa por tu culpa, es muy caro.
Hay que ser responsable.
Si todo el mundo en el planeta fuese como tú, ¿cuál sería el mayor problema a nivel global?
Que estaríamos todos en pelotas.