¿Desciende realmente el pago con tarjeta?

 ¿Desciende realmente el pago con tarjeta?

Costes, beneficiarios y consecuencias en Cantabria

19.10.2025.- El mundo de los pagos electrónicos está en constante evolución, y el uso de la tarjeta —ya sea de débito o crédito— sigue siendo un elemento central en la economía cotidiana. Sin embargo, en los últimos años han surgido preguntas recurrentes: ¿está disminuyendo su uso? ¿Cómo afecta al precio de los productos? ¿Quién gana y quién pierde con esta fórmula de pago?
A continuación, analizamos esta cuestión con especial atención a la realidad de Cantabria.

1. ¿El uso de la tarjeta desciende… o más bien crece?

Contrariamente a las voces que reclaman un retorno al efectivo, los datos apuntan a un crecimiento sostenido del uso de la tarjeta en España.

Según el Banco de España, en el primer semestre de 2024 las operaciones con tarjeta alcanzaron 5.562 millones, lo que supone un aumento del 13,3 % respecto al mismo periodo del año anterior. Estas operaciones representan ya el 64,2 % del total de pagos minoristas sin efectivo.

A su vez, el 83 % de los españoles utilizan la tarjeta en operaciones online y la aceptación del pago contactless supera el 70 %. Las comisiones que los comercios pagan por aceptar tarjeta son bajas —una media del 0,37 % en el primer trimestre de 2024—, lo que favorece su uso.

En conclusión, el pago con tarjeta no desciende, sino que se consolida y crece, desplazando progresivamente al efectivo en muchos tipos de compra.

En Cantabria, aunque no existen estadísticas específicas, la tendencia nacional se replica: mayor digitalización, expansión del pago sin contacto y una aceptación cada vez más extendida entre los pequeños comercios.

2. ¿Afecta al coste del producto?

¿Pagar con tarjeta encarece lo que compramos? ¿Supone un coste añadido que los comercios trasladan al cliente?

El comercio asume una comisión media del 0,3 % por cada pago con tarjeta, es decir, unos 30 céntimos por cada 100 euros. Parte de esa comisión, denominada tasa de intercambio, está regulada por ley: 0,20 % para débito y 0,30 % para crédito, según el Banco de España.

Aunque algunos establecimientos establecen un importe mínimo para pagar con tarjeta, la normativa prohíbe repercutir un recargo al cliente por este motivo.

En la práctica, la mayoría de los comercios absorben el coste dentro de sus gastos operativos. Solo en negocios con márgenes muy estrechos podría trasladarse de forma indirecta (menos descuentos o precios base algo mayores). En general, el uso de la tarjeta no encarece visiblemente el precio final.

3. ¿Quién gana con el pago con tarjeta?

Ganadores

  • Los clientes, por comodidad, rapidez y seguridad. Evitan llevar efectivo, reducen riesgos y acceden a pagos online o contactless.
  • Los comercios, que amplían su clientela, facilitan el consumo impulsivo y reducen costes de gestión del efectivo (recuento, transporte, riesgo de robo).
  • Las entidades financieras y redes de tarjetas, que obtienen ingresos por las comisiones de cada operación. En 2024, superaron los 930 millones de euros en España.

Retos o “perdedores”

  • Pequeños comercios con márgenes ajustados, que sienten el impacto de las comisiones.
  • Usuarios que prefieren efectivo, si los negocios eliminan esa opción.
  • Desigualdad de condiciones, ya que las grandes superficies negocian comisiones más bajas que los pequeños establecimientos.

En resumen, la fórmula de pago con tarjeta ofrece más ventajas que inconvenientes, aunque exige una gestión eficiente de los costes por parte del comercio.

4. Consecuencias en Cantabria

En la comunidad cántabra, las implicaciones son claras:

  • Modernización del comercio local: aceptar tarjeta favorece la competitividad, especialmente ante consumidores jóvenes y turistas.
  • Brecha rural: en zonas menos conectadas, las dificultades tecnológicas o el coste del TPV pueden ser mayores.
  • Desigualdad frente a grandes cadenas: los pequeños negocios deben negociar condiciones razonables para evitar desventajas competitivas.
  • Turismo y hostelería: la aceptación de tarjeta es clave para el visitante. No ofrecerla puede suponer pérdida de clientela.
  • Inclusión digital: fomentar el pago electrónico también significa ampliar la inclusión financiera y reducir la economía sumergida.

En definitiva, en Cantabria el pago con tarjeta debe verse como una oportunidad para el comercio local, siempre que se gestionen adecuadamente los costes y se garantice la accesibilidad.

El pago con tarjeta no solo no está descendiendo, sino que se afianza como el medio dominante en España y Cantabria.
El coste para el comercio es real, pero moderado —en torno al 0,3-0,4 %— y raramente se traduce en un sobreprecio directo al consumidor.

Los principales beneficiarios son los consumidores, por comodidad y seguridad; los comercios adaptados, por volumen de ventas; y las entidades financieras, por su papel en la gestión del sistema.

Para Cantabria, aceptar la tarjeta no es una carga, sino una herramienta de competitividad. Implica negociar buenas condiciones, formarse en la gestión digital y ofrecer un servicio que ya es parte inseparable de la experiencia del cliente.

En una economía cada vez más digital, no aceptar tarjeta puede salir más caro que asumir su comisión.

El Cantabro

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