Maliaño el pueblo más feo de Cantabria

La revista Viajar destaca a Maliaño como el pueblo más feo de Cantabria, según la Inteligencia Artificial

26.08.2024. -En un reciente artículo publicado por Martín Álvarez en la revista Viajar, se desató una controversia en torno al uso de la Inteligencia Artificial (IA) para identificar los pueblos «más feos» de cada provincia de España. Según el artículo, Maliaño, en Cantabria, fue señalado como uno de estos lugares, un veredicto que ha suscitado reacciones encontradas entre los residentes y conocedores de la localidad.

La IA describió a Maliaño, parte del municipio de Camargo, como un área «principalmente residencial y comercial» que, según su análisis, «carece de encanto histórico o arquitectónico» y posee una «falta de atractivos turísticos significativos». Este juicio, basado en datos y algoritmos, ha sido criticado por reducir la riqueza y la complejidad de un lugar a un conjunto de criterios simplistas y por no considerar el valor sentimental y cultural que los habitantes locales otorgan a su entorno.

Maliaño, una localidad dividida en Alto y Bajo Maliaño, es mucho más que su apariencia superficial. En el Alto Maliaño, se encuentra la Iglesia de San Juan Bautista, un edificio de estilo herreriano que alberga los restos del renombrado arquitecto renacentista Juan de Herrera. También en esta zona, destaca el Convento de las Carmelitas Descalzas, con una historia que incluye haber servido de refugio al obispo regente de Cantabria durante las guerras napoleónicas.

Además, el Alto Maliaño cuenta con el solarium de la punta de Parayas, un espacio natural que sirve como playa artificial y lugar de esparcimiento para los residentes locales y visitantes de otras localidades cercanas durante el verano. En las cercanías, se han encontrado restos arqueológicos romanos, como termas y objetos antiguos, que subrayan el valor histórico de la zona.

El Bajo Maliaño, que se funde con la localidad vecina de Muriedas, es el núcleo urbano donde se concentra la actividad social y económica del municipio. Esta área, lejos de ser solo una extensión industrial y comercial, alberga barrios con historia, como La Acera y El Real, que mantienen vestigios de su pasado, como lavaderos públicos y pozos, que evocan la vida cotidiana de antaño.

La IA, con todas sus ventajas, puede ser una herramienta útil en diversas tareas, pero no está exenta de limitaciones. En este caso, parece haber confundido la presencia de infraestructura industrial y comercial con una supuesta carencia de valor cultural o paisajístico. Este tipo de evaluaciones, desprovistas de un enfoque humano, corren el riesgo de no captar la esencia de un lugar, su historia y los sentimientos de quienes lo habitan.

Maliaño, como cualquier otro pueblo, tiene sus propios encantos, visibles para aquellos que se toman el tiempo de conocerlos. Desde sus paisajes naturales, como las marismas de Alday y los carriles bici que recorren la costa, hasta su vibrante comunidad, cada rincón tiene una historia que contar. La belleza, después de todo, es subjetiva y muchas veces reside en los ojos de quienes la contemplan.

Al final, quizás la lección que nos deja esta controversia es que ningún lugar debería ser descalificado como «feo» basándonos solo en datos fríos. Cada rincón de nuestro país tiene algo que ofrecer, y es importante que respetemos y valoremos esas diferencias, recordando siempre que la percepción de la belleza es tan variada como la gente que la experimenta.