Volvemos al horario estándar tendremos una hora adicional de sueño
Este fin de semana, cuando el reloj marque las 3 de la madrugada, mágicamente retrocederá a las 2.
Un regalo de una hora adicional de sueño nos espera gracias al cambio de hora de otoño, que ocurre en la noche del sábado 28 de octubre al domingo 29. Pero hay algo intrigante sobre este cambio de hora que quizás no sepas, algo que va más allá de simplemente ajustar los relojes.
A diferencia del cambio de hora en primavera, donde adelantamos nuestros relojes y dormimos una hora menos, el cambio de hora de otoño en realidad deshace ese ajuste.
Entramos en lo que se llama horario estándar (GMT+1) el sábado, que se ajusta mejor al horario solar. En primavera, saldremos de este horario para pasar al GMT+2. En esencia, en otoño volvemos a la hora que los científicos consideran más adecuada para nosotros.
Este fenómeno, aunque comúnmente llamado cambio de hora, en realidad nos devuelve a la normalidad, al menos en términos de cómo nuestro cerebro interpreta el tiempo. Los ritmos circadianos, que controlan nuestros patrones de sueño, están vinculados a la luz natural. Alterar este equilibrio con el cambio de hora puede tener efectos perjudiciales para nuestra salud, especialmente en primavera, cuando perdemos una hora y nuestros cuerpos se desajustan.
La historia del cambio de hora se remonta al siglo XVIII, cuando Benjamin Franklin sugirió por primera vez la idea en un esfuerzo por ahorrar energía. Sin embargo, no fue hasta principios del siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial, que muchos países comenzaron a implementar cambios de hora, aunque de manera caótica. Finalmente, en la década de 1980, se establecieron cambios de hora regulares en primavera y otoño.
A pesar de los intentos bien intencionados de ahorrar energía, el impacto real en nuestras facturas de luz es mínimo. En España, por ejemplo, se estima un ahorro máximo de 6 euros al año. Y estos pequeños ahorros no parecen justificar los problemas de salud que pueden surgir debido a la interrupción de nuestros ritmos naturales.
La comunidad científica ha abogado por eliminar el cambio de hora y mantener un horario fijo. Sin embargo, hay discrepancias sobre qué horario sería el mejor. Algunos expertos sugieren quedarse con el horario de invierno, que se alinea mejor con el horario solar y nuestros ritmos naturales. Al final del día, lo que nuestro cerebro considera normal debería ser la guía para nuestras decisiones sobre el tiempo. Mantengámonos atentos a lo que nos dice nuestro reloj interno y consideremos dejar atrás estas alteraciones artificiales en el tiempo.